Marsella nos pareció una ciudad muy bonita, colorida, alegre, llena de vida, con una fuerte personalidad y una buena gastronomía… algo así como la «Nápoles de Francia«. Aquí puedes pasear, comprar los famosos jabones de Marsella en el mercadillo (donde además hay una gran cantidad de puestos con cosas típicas: bisutería, etc.), tomar algo o comer en uno de los muchos restaurantes y bares con terrazas del Vieux Port (Puerto Viejo). El puerto es el centro neurálgico de la ciudad, por la noche hay mucha vida nocturna y de día puedes coger un ferry o un autobús para visitar los distintos lugares de Marsella. La ciudad cuenta con un maravilloso entorno natural cargado de idílicas playas de aguas turquesas protegidas por afilados acantilados como sucede en el Parque Nacional del Macizo de Calanques.

Marsella (Marseille) es una ciudad portuaria del sur de Francia, capital del departamento de Bocas del Ródano y de la región de Provenza-Alpes-Costa Azul. Es la segunda ciudad más poblada del país después de París. Cuenta con el puerto comercial más importante de Francia y del Mediterráneo y el tercero de Europa. Además, es un importante nudo de comunicaciones en el que confluyen las rutas entre Italia, Suiza y España.

Fundada en el año 600 a. C. por griegos procedentes de Focea, Marsella es una parada imprescindible en la famosa ruta por la Provenza y Costa Azul, donde conoceras encantadoras localidades como Aix-en-Provence, Avignon, Niza, Saint-Tropez, Cannes, Antibes, Niza, Mónaco, Menton o Antibes.

Marsella resulta un punto de desembarco habitual de multitud de barcos de cruceros y ferrys que llevan a cabo rutas por el Mediterráneo durante todo el año. Además, una docena de museos presentan colecciones variadas, desde la Antigüedad al arte contemporáneo y numerosas galerías exponen artistas de reconocido talento o jóvenes en ascenso. Gracias a todo ello y a la renovación de arriba a abajo de la ciudad, Marsella fue designada Capital Europea de la Cultura en 2013.

Basílica de Notre-Dame de la Garde (Basílica de Nuestra Señora de la Guarda)

La Basílica de Notre-Dame de la Garde (Nuestra Señora de la Guarda) domina desde lo alto la ciudad de Marsella. De estilo romano-neobizantino, es uno de los edificios religiosos más importantes de todo el país. Fue construida por el arquitecto protestante Henri Espérandieu y fue consagrada en 1864, sustituyendo a una capilla del mismo nombre construida en 1214 y reconstruida en el siglo XV. La basílica se encuentra coronada por una monumental estatua de 11,5 metros de altura de la Virgen María con el Niño hecha en chapa de cobre dorado. Fue considerada a partir de la Edad Media la guardiana de los marineros, pescadores y todos los marselleses.

Para llegar a la Basílica de Notre-Dame de la Garde desde el puerto, recomendamos un autobús que sube, el tren turístico o un taxi o coche según el transporte que decida cada uno. Caminando también se puede llegar pero no lo aconsejamos a no ser que estéis en buena forma física, ya que es todo subida y muy empinada.

Vistas desde la base de la Basílica de Notre-Dame de la Garde

La colina de la Garde es el punto culminante de la ciudad con sus 154 metros. Desde la Basílica de Notre-Dame de la Garde encontrarás las mejores vistas de Marsella con el Mediterráneo y las islas como telón de fondo (imagen de arriba).

Si miramos para el otro lado, podremos disfrutar de las magníficas vistas hacia tierra y el puerto (el turístico y el industrial). Sin duda una visita obligada al lugar tanto por la basílica como por las vistas.

Parc y Palais Longchamp (Parque y Palacio Longchamp)

Otro de los lugares imprescindibles para visitar en Marsella es el Parc y Palais Longchamp. Se trata del corazón verde del centro de la ciudad. En la imagen de arriba podemos ver la increíble fuente conocida como el Castillo de Agua que se encuentra dentro del bellísimo y enorme parque de ocho hectáreas y separa los dos museos más importantes de la ciudad. Ocupando el ala derecha del monumento, el Museo de Historia Natural que cuenta con una impresionante colección de animales, plantas, minerales y rocas. En el lado opuesto el Museo de Bellas Artes.

A continuación vamos a explicar un poco la historia de éste lugar. Durante siglos Marsella tuvo un serio problema de abastecimiento de agua potable. Para solucinarlo, a mediados del siglo XIX se inició la construcción del canal de la Durance para llevar agua del río a la ciudad. Una vez concluida la obra, especialmente compleja y costosa, se levantó un edificio en la avenida Longchamp para celebrar que a Marsella ya no le faltaba agua.

Vieux Port (Puerto Viejo)

El Vieux Port es el auténtico corazón de Marsella desde que hace más de 2.000 años los griegos fundaran la ciudad en este preciso lugar. Siempre está muy concurrido y se encuentra es la zona principal de la ciudad. El contexto es realmente hermoso, los edificios que lo rodean tienen un toque parisino muy bonito. La ciudad portuaria de Marsella es unos de los principales lugares para visitar. La bahía, flanqueada por el Fort Saint-Jean (Fuerte de San Juan) y el Fort Saint-Nicolas (Fuerte de San Nicolás), alberga el Castillo de If, lugar emblemático en El Conde de Montecristo.

Bajo la vigilancia de la Basílica de Notre-Dame de la Garde, se encuentran las zonas peatonales y las áreas comerciales de la ciudad, incluido el colorido barrio francoafricano donde se mezclan distintos lugares históricos. Y para finalizar con un rato de diversión puedes dirigir sus pasos hasta el OK Corral, un parque temático dedicado a los vaqueros.

La ciudad empieza y termina en el Vieux Port. Desde primera hora de la mañana los pescadores venden sus frescas capturas a los lugareños y los turistas en la cabeza del puerto. También podrás disfrutar de un agradable paseo viendo los barquitos, las tiendas de souvenirs o comiendo en algunos de sus afamados restaurantes o cafés con terrazas que hay alrededor del puerto. Hay un montón de restaurantes especializados en cocina francesa, italiana y mariscos. Y para terminar, no te pierdas la magia de los atardeceres. También cuenta con una vida nocturna muy animada.

Aunque los cruceros llegan al Puerto Nuevo a las afueras de la ciudad, desde el Puerto Viejo parten la mayoría de las excursiones. Hay ferris y barcos programados que te llevan a las famosas islas cercanas, así como a otros pueblos de la costa. El Vieux Port se puede recorrer fácil a pie, en autobús o en un pequeño tren (con 2 circuitos diferentes) para visitar los alrededores (Pharo, Corniche, Panier, etc). El puerto fue renovado en el año 2013.

Fort Saint-Jean (Fuerte de San Juan)

A la entrada del Vieux Port se encuentra la Fort Saint-Jean. Se trata de una fortificación construida en 1660 por Louis XIV. Desde 2013 se ha vinculado por dos puentes peatonales al distrito histórico Le Panier y al Museo de Civilizaciones de Europa y el Mediterráneo (MuCEM), siendo este último el primer museo nacional francés ubicado fuera de París. Fort Saint-Jean fue construido en un sitio anteriormente ocupado por la Orden Militar de los Caballeros Hospitalarios de San Juan, de donde el nuevo edificio deriva su nombre.

Fort Saint-Nicolas fue construido al mismo tiempo en el lado opuesto del puerto. Al comentar sobre su construcción, Louis XIV dijo: «Nos dimos cuenta de que los habitantes de Marsella eran extremadamente aficionados a las bonitas fortalezas. Queríamos tener las nuestras en la entrada de este gran puerto». Hoy en día, el Fort Saint Jean es uno de los monumentos más visitados de Marsella.

Cathédrale Sainte-Marie-Majeure (Catedral de Santa María la Mayor)

Sobre una explanada, fuera del centro de la ciudad, entre el Puerto Viejo y el Nuevo, cerca del distrito de la Joliette y del Fuerte Saint-Jean, se encuentra la Cathédrale Sainte-Marie-Majeure, conocida entre los marselleses como La Major. Este impresionante edificio de estilo románico-bizantino es uno de los lugares imprescindibles en una visita a Marsella. Tiene un gran parecido a la Basílica de Notre-Dame de la Garde que vimos al principio.

La antigua Major es la iglesia más antigua de Marsella. La construcción de la nueva catedral duró 40 años, entre 1852 y 1893, por lo que es relativamente moderna. La primera piedra fue colocada por el mismo Napoleón III. El tamaño es tan grande que a veces se la compara con la Basílica de San Pedro de Ciudad del Vaticano. Fue clasificada como monumento histórico en 1906. Si su exterior sorprende, no puedes perderte los elaborados mosaicos que encontrarás en su interior.

Para terminar el día, disfrutamos de un maravilloso atardecer viendo como el sol se perdía por el Mediterráneo. Marsella es una ciudad que nos enamoró. Sin duda merece la pena visitarla.

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