Santorini es un pequeño archipiélago griego con forma de media luna que está compuesto por islas volcánicas. Su espectacular belleza salvaje la han convertido en uno de los principales destinos turísticos de Europa.

Este lugar forma parte de las islas Cícladas, situadas en el mar Egeo. Aunque su nombre antiguo era Thera, otros autores griegos se refieren a Santorini en las fuentes como Kallisté, que en griego quiere decir “la más bonita”, y la verdad que podemos asegurar que acertaron.

La historia de Santorini ha estado marcada por el volcán que aún sigue en activo y a lo largo de la historia ha entrado en erupción varias veces. La más violenta tuvo lugar hace unos 3.500 años, y acabó con la explosión de la caldera, partiendo la isla en dos y poniendo fin a los habitantes. Como efecto de la explosión la isla perdió buena parte de su superficie, y se puso en marcha un maremoto que asoló el Mediterráneo Oriental. Formó un cráter de 22 kilómetros cuadrados y posteriores erupciones originaron las tres pequeñas islas. La isla toma su forma actual tras hundirse la caldera del enorme volcán.

El agua dulce es un bien escaso y precioso en esta isla casi desértica, que apenas tiene reservas y ninguna fuente natural. Hasta el siglo XIX, los habitantes recuperaban en cisternas el agua de lluvia caída sobre los techos. En la actualidad, una planta de desalinización de agua de mar produce la parte fundamental del agua potable. Un elemento que afecta la demanda y la disponibilidad de agua potable es la construcción de numerosas piscinas por el desarrollo turístico.

Los colores de la isla: el blanco y el azul. El blanco limpio de sus encaladas paredes y el azul de las cúpulas de las pequeñas iglesias que inundan todos los rincones de la isla compitiendo con el intenso azul añil del mar y el azul del cielo.

Mapa de Santorini

Como fuimos en crucero sólo tuvimos unas horas para ver lo básico, por lo que recomendamos ir varios días para poder disfrutar de la isla en todo su esplendor, como nosotros haremos en otra ocasión. En el tiempo que estuvimos, pudimos admirar el espectacular pueblo de Oia, y Fira, la capital de Santorini. Ambos se encuentran construidas sobre un acantilado que cae en picado sobre el mar y se asoman a la caldera.

A continuación nuestro increíble día visitando esta joya de isla.

Del crucero en bote al puerto viejo de Fira

El crucero por sus dimensiones no puede acercarse a los pequeños puertos que hay por todo Santorini y por tanto se quedó fondeado cerca del puerto viejo de Fira. Desde el crucero salen pequeños botes que hacen de lanzadera y que nos dejaron en el puerto.

Ya desde el bote se puede ver la impactante imagen de varios pueblos de Santorini en la cima de los altísimos acantilados. Cuando llegamos al puerto viejo de Fira, nos encontramos al guía y nos dijo que el autobús para ir a Oia nos esperaba en el puerto nuevo llamado Athinios, ya que en el puerto viejo de Fira no hay carretera para subir con transporte, sólo se puede subir andando, en burro o en funicular. Así que tuvimos que coger otro barco y dirigirnos al puerto nuevo. A la vuelta el guía nos dijo que nos dejaría en lo alto de Fira y que nosotros podíamos decidir como bajar.

Puerto de Athinios

Después de unos 15 minutos en barco llegamos al puerto de Athinios, desde donde nos esperaba el autobús, que puso rumbo al extremo noroeste de Santorini, concretamente al famoso pueblo de Oia. Estábamos ansiosos ya por llegar. Después de subir unas empinadas cuestas en autobús no aptas para gente con vértigo, el guía nos empezó a contar toda la historia de Santorini. Después de cerca de una hora de trayecto, el bus al fin llegó a Oia.

Oia

El autobús aparcó en una explanada habilitada para ellos y anduvimos con el guía y el resto de los turistas unos 5 minutos hasta la principal iglesia de Oia, Panagia Platsani, situada en el centro del pueblo. El templo se construyó originariamente en el borde del precipicio, pero con el devastador terremoto de 1956, fue destruido y, debido a la inestabilidad del suelo, se volvió a construir en el lugar en que lo vemos en la actualidad. A partir de aquí, el guía dio una hora de tiempo libre y nos fuimos a recorrer y ver las callejuelas y los miradores de este impresionante lugar.

Oia es el lugar más famoso y deseado de la isla de Santorini y también el más fotografiado. Es un pueblo pequeño, de callejuela estrechas y encalado al borde de las laderas que descienden hacia la caldera. Se pronuncia «ia» y así debemos llamarla siempre o no nos entenderán. Su famoso rito de la puesta de sol es conocido en el mundo entero.

Una de las señas de identidad de Santorini es el de sus blancas iglesias ortodoxas con cúpulas pintadas de azul. La localidad de Oia es un lugar ideal para contemplarlas ya que hay varias, algunas tan pequeñas que son sencillas capillas. Esto es debido a que cada capilla fue construida por una familia local para orar por el regreso sano y salvo de los miembros marineros de la familia que se embarcaban mar adentro. Los marineros y los capitanes, por su parte, también levantaron ermitas cuando regresaban después de haber logrado sobrevivir a determinadas condiciones de mal tiempo u otras situaciones peligrosas para ellos. Aproximadamente Oia y alrededores cuenta con 70 iglesias.

Nos detenemos para fotografiarnos especialmente en un punto donde coinciden tres iglesias contiguas tan fotogénicas que las hemos visto reproducidas en múltiples imágenes. Oia es el pueblo más pintoresco de la isla, la que se retrata en todas las postales. Nosotros nos quedamos embobados admirando tanta belleza. El paisaje y la escena son simplemente sobrecogedores.

Seguimos caminando por el pueblo hasta llegar a unas ruinas al final del acantilado, donde volvemos a obtener unas preciosas vistas, ahora de la parte opuesta de Oia.

Oia es probablemente el pueblo más hermoso de todos los que hemos visto. Construido en lo alto sobre el borde de la caldera, tiene unas vistas vertiginosas.
El encanto de Oia y su ambiente romántico es indiscutible para el viajero.
Otras de las típicas fotografías tanto de Santorini, como de Oia, son una serie de antiguos molinos de viento en la ladera, como podéis ver en la imagen superior.
Sin duda otro de los lugares para recrearse con las fabulosas vistas que nuestros ojos pudieron apreciar.
Aquí cada rincón por donde paseamos es digno de ser fotografiado por su belleza.
Las tiendas de artesanía del tipo más bohemio y variopinto predominan es sus numerosas esquinas, como podéis ver en la imagen de arriba. Después de ver algunas tiendas y comprar algún recuerdo, pusimos rumbo al autobús que nos llevó a Fira.

Fira

Fira o Thira es la capital de Santorini. Se encuentra a 11 kilómetros Oia, y igual que esta, se encuentra ubicada sobre el filo del acantilado, sobre una cima escarpada, a 260 metros del nivel del mar, y mirando a la caldera del volcán. Son típicas sus casas encaladas de blanco, muchas excavadas en la roca volcánica.

Por un bello camino empedrado y con flores, nos dirigimos a un mirador donde se aprecia mejor la caldera y nuestro crucero. En la imagen de arriba, ya desde el mirador, podemos ver nuestro trasatlántico (el del medio) y apreciar mejor la caldera. La enorme caldera de Santorini se encuentra en gran parte sumergida. Por encima de la superficie del mar está el grupo circular de islas que compone de Santorini. La caldera mide unos 12 km x 7 km, con unos acantilados abruptos de 300 metros de desnivel en tres de sus lados. Existen dos pequeñas islas volcánicas en el centro de la caldera llamadas islas Kameni, formadas por rocas de lava.

Bajada al puerto antiguo de Fira

Después de pasear por Fira nos disponemos a bajar al puerto para coger la lanzadera que nos lleve de vuelta al crucero. Para bajar al puerto antiguo de Fira hay tres opciones: el teleférico funicular, que es el más cómodo y es barato pero lo descartamos porque había una cola de casi una hora. El burro, que vale lo mismo que el funicular, opción que nunca en la vida escogeríamos ya que lo consideramos maltrato, además es peligroso. Y por último, bajar los 578 escalones a pie como finalmente hicimos. El paisaje que pudimos contemplar durante los 20 minutos de bajada podemos denominarlo como espectacular. Lo único es que se debe de hacer con precaución porque los burros suben y bajan sin control alguno, el suelo resbala y el olor a caca del burro puede llegar a ser insoportable.

Conclusión final

Santorini es una maravilla que hay que ver por lo menos una vez en la vida, y aunque mucha gente se queja de la masificación de la zona, es el precio que tiene que pagar por ser tan bello. Para nosotros es el lugar más bonito que hemos visitado nunca. Estamos decididos a volver pronto en avión y estar unos cuantos días para explorar la isla a fondo.

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