A unos 22 km. al noroeste de la ciudad de Tarifa (Cádiz), en pleno Parque Natural del Estrecho, se encuentra uno de los Conjuntos Arqueológicos más importantes de España llamado Baelo Claudia. A todo ello, le añadimos que se encuentra a orillas de una de las playas más bonitas de toda Andalucía, la playa de Bolonia con su impresionante duna.
Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia
La entrada a Baelo Claudia es gratis para los visitantes de la Unión Europea. Para los demás países cuesta 1,50 euros. Lo primero que vemos cuando entramos es el mirador del patio de acceso, desde donde se obtiene unas preciosas vistas de la playa de Bolonia (imagen de arriba). A continuación iniciamos la visita entrando al centro de recepción de visitantes de Baelo Claudia, donde se suceden las salas museísticas, biblioteca especializada, tiendas y espacios de restauración. El edificio fue realizado por el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra en el año 2007.
La antigua ciudad romana de Baelo Claudia tiene su origen a finales del siglo II a. C., observándose ya desde esa época una gran riqueza que la convierte en un centro económico importante dentro del área del Mediterráneo. Su existencia está muy relacionada con el comercio con el norte de África (era el principal puerto marítimo que enlazaba con la ciudad de Tánger en Marruecos). La pesca, la industria de salazón y el garum (una salsa derivada del mismo) fueron las principales fuentes de riqueza y eso hizo que alrededor se formase toda una ciudad romana, que llegó a tener unos 4.000 habitantes.
La vida de estas poblaciones alcanzó pleno esplendor entre los siglos siglo I a. C. y siglo II d. C., iniciándose su decadencia a partir de la segunda mitad del siglo II, cuando un maremoto arrasó gran parte de la ciudad. A sus desastrosos efectos se sumaron la crisis del siglo III y las incursiones de piratas, fundamentalmente mauritanos y germanos. Aunque experimentó un ligero rebrote en el siglo III, la ciudad fue abandonada definitivamente en el siglo VII.
En la imagen de arriba vemos la plaza pública (foro), columnas del palacio de justicia (basílica) y la reproducción de la estatua de Trajano.
El paisaje se presta a ser fotografiado, pero sobre todo a sentirlo. El viento del estrecho sopla muy fuerte y a veces nos es difícil mantener el equilibrio, aún así, seguimos caminando mientras disfrutamos del paisaje bucólico.
El enclave de esta antigua ciudad es bellísimo. Con las montañas de fondo y la espectacular playa de Bolonia y su famosa duna de frente.
El mayor edificio de Baelo Claudia es el teatro, con aforo de hasta 2.000 personas, donde todos los actores eran hombres, incluso en los papeles de mujeres, que para interpretar se colocaban máscaras, según fuese el personaje que representaban. Los arquitectos romanos aprovecharon una pequeña pendiente de la ladera para asentar las gradas.
No conocíamos este conjunto arqueológico romano y nos sorprendió muy gratamente. Todo el recorrido, tanto dentro de su pequeño museo, como las ruinas, están muy bien señalizado, conservado y limpio. Y como hemos dicho antes el enclave con esas vistas es una pasada.
Playa de Bolonia
La playa de Bolonia cuenta con una longitud de 3800 metros y una anchura media de 70 metros. Es una de las pocas playas vírgenes que se pueden encontrar en el sur de la península Ibérica. La escasa ocupación humana del área circundante ha propiciado su conservación, a diferencia de otras cercanas. A su arena blanca y aguas limpias y cristalinas, se añaden su eterna duna y la historia de Baelo Claudia, haciendo que sea considerada como una de las mejores playas de España.
Aunque hacía viento, no nos impidió que nos bañáramos y nos lo pasáramos en grande.
Duna de Bolonia
La duna de Bolonia es una duna de arena de más de 30 metros de altura y 200 de anchura que está situada al noroeste de la playa del mismo nombre. Fue declarado Monumento Natural en 2001. Se trata de una acumulación de arena formada por los vientos dominantes de levante al chocar frontalmente con el final de la ensenada. Es de gran importancia ecológica. Desde lo alto de la duna se obtienen unas maravillosas vistas de toda la playa de Bolonia.
El final de la duna es más o menos estable, en continua lucha entre los pinos por crecer y la arena por avanzar (imagen de arriba).
De regreso nos encontramos estas simpáticas vacas pastando. También es normal verlas paseando por la misma playa de Bolonia o en verano debajo de las sombrillas resguardándose del sol.
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