La Calahorra y su castillo son lugares merecedores de hacer una parada, al menos de un día. Ubicación privilegiada, con Sierra Nevada de fondo, sus características y singulares torres, le confieren un perfil al paisaje sencillamente precioso.

La Calahorra es una localidad y un municipio situado en la parte centro-sur de la comarca de Guadix (provincia de Granada). Sirve de entrada septentrional al Puerto de La Ragua y a su estación de esquí de fondo, en el paso entre las dos laderas de Sierra Nevada. Es un municipio que cuenta con coloridas tradiciones e interesante patrimonio. Un paseo por sus bellas calles permitirá al visitante contemplar notables edificaciones e impregnarse de su cultura.

La Calahorra es una villa histórica granadina que fue la capital del señorío de don Rodrigo de Mendoza, Marqués del Zenete, de quien deriva el nombre de toda la zona. Desde aquí no sólo controlaba la totalidad de su territorio, sino también el paso hacia la Alpujarra y la Costa Mediterránea a través del Puerto de La Ragua. Para ello mandó construir un palacio a semejanza de los italianos que él tanto admiraba, fortificándolo en su exterior bajo la forma de un típico castillo tardomedieval que es hoy el edificio de mayor interés histórico y artístico de la comarca.

La Calahorra se encuentra situada a medio camino entre Granada y Almería. Se comunica con ambas ciudades por la autovía A-92, a unos 90 km de las dos, y a 18 km de Guadix. Una carretera estrecha, que serpentea por el Puerto de La Ragua lleva hasta La Alpujarra, y más allá hasta la Costa Mediterránea. Otras dos carreteras salen del poblado: una hacia Aldeire, ya en el interior del Parque Nacional de Sierra Nevada, y otra que comunica pueblos del Marquesado como Alquife, con sus antiguas minas de hierro, Lanteira o Jérez del Marquesado.

Subida al castillo

Lo primero que llama la atención al viajero es su original castillo, uno de los más bonitos de España, por su estilo arquitectónico, alzándose sobre la cima de un pequeño cerro rocoso a 1.250 metros de altitud con la silueta de Sierra Nevada a sus espaldas. Como quedaba poco para la puesta de sol, subimos al castillo en coche. Se recomienda mucha precaución, ya que es un camino de tierra con múltiples baches, algunos profundos. Además es estrecho y empinado y es de doble sentido aunque en algunos tramos no caben dos coches, por lo que alguno tiene que dar marcha atrás con mucho cuidado.

Castillo de La Calahorra

Enmarcado en un paisaje particular, y en lo alto de una colina, se yergue esta fortaleza, teñida de rojo y negro debido a los polvos provenientes de las minas de Alquife, a tan solo 5 kilómetros. El Castillo de La Calahorra fue construido entre los años 1509 y 1512, encargado por el Marqués del Cenete, D. Rodrigo de Mendoza.

Originalmente era un edificio morisco en el siglo XV. Don Rodrigo hizo reconstruir el interior convirtiéndolo en un magnífico palacio renacentista, con lujosas decoraciones y gran cantidad de mármol de Carrara. El Marqués en sus viajes a Italia conoció la construcciones renacentistas de este país y muy influenciado por ellas quiso materializar este estilo arquitectónico en la construcción de su castillo-palacio. 

La fortaleza es de planta cuadrangular con cuatro torres cilíndricas en las esquinas, cubiertas de media cúpula, que le dan el aspecto exterior singular. Levantado sobre la única colina que al pie de Sierra Nevada domina el extenso llano del Marquesado del Zenete, el castillo-palacio de La Calahorra constituyó una revolución en la arquitectura española de su época, al ser la primera obra edificada en la Península Ibérica en estilo renacentista. Declarado Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural, pertenece actualmente a la Casa del Duque del Infantado y se encuentra en un incomprensible estado de abandono, aunque el estado general de conservación es bueno.

Hemos pasado una semana en la zona y no queríamos perdernos la visita al Castillo de La Calahorra. Las vistas desde la carretera ya impresionan, y ya de cerca más aún. El castillo está abierto normalmente los miércoles y vale la pena la visita guiada. Los actuales propietarios vivieron en el castillo durante varios años, pero finalmente se mudaron porque no hay electricidad ni agua en el interior. Aunque la visita al castillo es solo los miércoles, puedes intentar verlo otro día llamando al guarda y quedando con él. El guarda hace de guía y te va explicando un poco de la historia y las características del castillo. Aunque no hay un precio estipulado, él pide de 3 a 4 € por persona.

Vistas desde el castillo

Desde el castillo, en lo alto de un pequeño cerro, pudimos contemplar unas maravillosas vistas de este paisaje y el cercano Parque Nacional de Sierra Nevada al fondo. La puesta de sol fue todo un espectáculo.

Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción

Desde el cerro del castillo pudimos contemplar el pueblo a nuestros pies destacando la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Se encuentra situada en el centro neurálgico de la villa. Diseñada por el arquitecto Francisco Antero y construida en 1546, es un edificio de planta rectangular, de una sola nave con cabecero y capillas laterales y coro a los pies. La nave central está cubierta con un artesonado mudéjar de típicos dibujos geométricos y estrellados. La torre está coronada por una linterna cubierta con chapitel metálico.

Por falta de tiempo, ya que fuimos por el día a visitar Guadix y se nos hizo un poco tarde, nos quedamos con las ganas de recorrer las calles de La Calahorra tranquilamente. Lo bueno que ya tenemos una excusa para volver y disfrutar de este maravilloso lugar. 

Un enclave único: Precioso castillo coronando una pequeña cima con increíbles vistas y Sierra Nevada de fondo. El pueblo es coqueto y la gente con la que hablamos al llegar para indicarnos como subir al castillo fue muy amable. Un lugar 100% recomendado por nosotros.

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